Hay tres claves que me han demostrado las últimas las producciones “made in Spain” que están llegando a las salas de cine en la última década. La primer de éstas es que existe una nueva remesa de directores y guionistas jóvenes con capacidad de inventar y contar historias que arrastren a cientos miles de espectadores a las salas de cine. La segunda es que los productores, y entre ellos las principales cadenas de televisión, han encajado ya un futuro sin subvenciones a lo loco y están dispuestos a arriesgar dinero en películas muy alejadas de ese cine de autor que dominaba la oferta cinematográfica foránea. Y por último que el victimismo tan frecuentemente explotado de que a los españoles, a diferencia de otros ciudadanos europeos como franceses o alemanes, somos poco patriotas en lo que respecta al cine es rotundamente falso.
“Anacleto, agente secreto”, al igual que otras tantas cintas estrenadas recientemente, es un ejemplo claro de estas tres claves del cine. Porque a día de hoy la taquilla ha acogido con optimismo esta cinta, sin embargo, hace no muchos años hubiese sido imposible adaptar con dignidad un personaje creado en 1964 por Manuel Vázquez Gallego para la Editorial Bruguera. Cabe señalar que esta editorial es responsable de toda una edad de oro del comic español, una época en la que consegu
ía vender cada semana en Kioscos y librerías miles de comics de Mortadelo y Filemón, Superlópez, Zipi y Zape o Rompetechos . Los niños iban entusiasmados cada jueves o viernes a comprar las historietas de sus personajes favoritos, y ya de paso sus padres los leían también. Entre personajes de los más rocanbolesco surgió Anacleto a modo de reivindicación ibérica a un cine de espías que arrasaba en taquillas, una especie de Maxwell Smart o Superagente 86 a la española: torpe, asolado siempre por la mala suerte y maltratado por un jefe que ignoraba sus más básicos derechos laborales.
Dirigida por Javier Ruiz Caldera, Anacleto agente secreto pasa con muy buena nota la complicadísima prueba de adaptar este tipo de comic a la pantalla. Tanto Imanol Arias, que está magnífico en su papel de antihéroe, como Quim Gutiérrez, confieren credibilidad y ternura a unos personajes que en ningún momento rechinan a pesar de enfrentarse a todo tipo de situaciones cómicas, por momentos hilarantes. Está claro que no estamos ante una producción que vaya a ganar premios prestigiosos pero es que, en ningún momento ha sido este el objetivo de la cinta. Y en ese sentido Anacleto no defrauda, porque ofrece al espectador exactamente lo que promete: pasar un buen rato y reír a carcajadas. Un último consejo, evite a toda costa el tráiler de la película porque contiene algunos de sus mejores momentos, un error imperdonable y cada vez más frecuente las promociones de las películas.
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