Hoy el diario digital especializado en salud, ConSalud.es, analiza en un reportaje a fondo cuáles son las verdaderas razones por las que, en los últimos años, se ha ido multiplicando el número de enfermeros y enfermeras que emigran a otro país. Tal y como aclara en sus declaraciones Máximo González Jurado, presidente del Consejo General de Enfermería no se van ni para buscar aventuras, ni para aprender otro idioma, la razón principal de su viaje no es otra que la falta absoluta de expectativas a la hora de encontrar trabajo.
En los últimos cinco años se han destruido 18.000 empleos enfermeros como consecuencia de las medidas anti crisis de las Consejerías de Sanidad de las 17 Comunidades Autónomas. La formula mágica que han elegido estas entidades para afrontar las vacas flacas no es otra que echar a miles de enfermeros y enfermeras a la calle y menguar todavía sus las ya de por sí exiguas plantillas. No olvidemos que España ya tenía un 45% menos de enfermeras que la media europea para atender a la población antes de la crisis, un ratio que, además, varía peligrosamente dependiendo de la CC.AA que elijamos para obtenerlo. Además a estos despidos masivos de las autonomías habría que sumar las consecuencias de otras decisiones que han venido adoptando como la no renovación de contratos o la no cobertura de bajas por enfermedad, maternidad o vacaciones.
Aplicando el sentido común: ¿alguien duda de que con 18.000 enfermeras menos no se resiente peligrosamente la seguridad de los pacientes y la calidad asistencial?. Pues la situación en los meses de verano ya está siendo de juzgado de guardia: si ya diariamente hay deficit de profesionales para cuidar y atender a los pacientes, la situación pasa a ser alarmante y desesperada en los meses estivales, cuando los profesionales hacen uso de del derecho a sus merecidas vacaciones y nadie, absolutamente nadie, viene a cubrir su ausencia. Y es que alguien debería informar a los políticos de dos claves vitales: (1) que en salud sus chapuzas y parches cuestan vidas y (2) que las enfermedades, accidentes y patologías no se van de vacaciones nunca.
Vamos, que lo mejor que le puede pasar a uno este verano es no ponerse enfermero.
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